Vivimos en un mundo que nos impulsa a buscar certezas. Desde que somos pequeños, nos enseñan a construir un futuro seguro, a planificar cada paso, a buscar la estabilidad en el trabajo, en nuestras relaciones y en nuestras finanzas. Nos aferramos a nuestras creencias y rutinas como si fueran un refugio en medio de una tormenta. Pero, ¿y si esta búsqueda incesante de seguridad fuera, paradójicamente, la fuente misma de nuestro estancamiento?

El brillante filósofo y escritor Alan Watts exploró esta idea en su obra fundamental, «La Sabiduría de la Inseguridad». Su argumento es tan simple como revolucionario: la vida, por su propia naturaleza, es fluida, incierta e impermanente. Intentar asegurarla, controlarla o fijarla es como intentar agarrar un puñado de agua; cuanto más apretamos la mano, más rápido se nos escapa.

Watts nos dice que esta lucha contra la incertidumbre es una batalla perdida que nos condena a vivir en un estado de ansiedad, siempre persiguiendo un futuro que nunca llega, y por lo tanto, impidiéndonos disfrutar de la aventura del presente.

Él a menudo usaba la metáfora de navegar en un río. Muchos de nosotros pasamos la vida aferrados a la orilla por miedo a la corriente. Otros intentan remar desesperadamente contra ella, buscando volver a un lugar seguro que ya no existe. La sabiduría, enseña Watts, reside en aprender a soltar. En confiar en nuestra capacidad para flotar, para adaptarnos al fluir del río y usar los remos no para luchar, sino para guiarnos sutilmente a encontrar las oportunidades a las cuales te impulsan las corrientes.

Este acto de «soltar» no es una renuncia pasiva, sino un acto de profunda valentía. La seguridad absoluta significa estancamiento, la repetición de lo que ya conocemos. La inseguridad, en cambio, aunque nos genere temor, es el espacio fértil donde todo lo nuevo puede nacer. Es la condición necesaria para la creatividad, el aprendizaje y el verdadero crecimiento. Si no estamos dispuestos a sentirnos un poco perdidos, nunca descubriremos un nuevo camino.

Soltar el control da miedo. Nuestros temores a menudo se disfrazan de prudencia, susurrándonos que es más seguro quedarnos en el territorio conocido. Pero como sugiere Watts, quizás el mayor riesgo de todos es no arriesgarse nunca. Quizás la verdadera seguridad no se encuentra en construir muros más altos, sino en desarrollar la confianza en nuestra propia capacidad para navegar la inevitable incertidumbre de la vida.

Si por un momento pudieras dejar de lado la necesidad de tenerlo todo bajo control, ¿qué miedos crees que te están impidiendo explorar nuevos caminos en tu vida? ¿Qué oportunidades podrían estar escondidas justo detrás de esa puerta que te da tanto miedo abrir?